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jueves, 11 de abril de 2013

Los niños salvajes

LA INFANCIA EN EL MUNDO ACTUAL

Un niño siempre es un extranjero para los padres que lo reciben –advierte el autor de esta nota–, pero a muchos niños hoy se les atribuye no ya la figura del extranjero, sino la del extraterrestre o la del salvaje, y “en éstas, el carácter inquietante de la extranjeridad infantil se desliza hasta convertirse en una extrañeza imposible de reconocer o metaforizar”.

Por Leandro de Lajonquière *

Cierta vez, en 2003, durante un seminario que dicté en la Universidad de Brasilia, alguien comentó que le había preguntado a un niño: “¿Qué es la infancia?”. El niño, de unos diez años, respondió: “La infancia es eso de lo que hablan los adultos cuando recuerdan que fueron niños”. En 2004, en un curso de posgrado en la Universidad Nacional del Comahue, comenté aquella pregunta, y una alumna se la formuló a su hija, de ocho años, que le contestó: “Esa no es una pregunta que se le haga a un niño”. En estas respuestas, los niños niegan poseer aquello que, según suponen los adultos, tienen: el saber sobre la infancia. Los niños señalan que, al contrario de lo que se imagina, los adultos son los que poseen ese saber. El primer niño afirmó que el adulto es el que hace existir a la infancia en su habla y, por lo tanto, posee un saber acerca de ella; la infancia es del orden de un relato adulto. La segunda niña califica la pregunta como inadecuada para los menores, implicando que única y exclusivamente debería ser hecha a los adultos. La pregunta adulta, en cambio, presupone la existencia de un nexo connatural entre “ser niño” y la infancia.

Se ha tornado un hábito intelectual hacer referencia a la infancia como invención social, en relación con la polémica abierta por el ya clásico trabajo de Philippe Ariès sobre el surgimiento del “sentimiento de infancia”. (L’enfant et la vie familiale sous l’Ancien Régime; 1973). Si la infancia es una invención social, con fecha de aparición más o menos precisa, se entiende que entre los niños y la infancia no haya una relación natural y dada para siempre. Otras investigaciones han recordado esa falta de connaturalidad, pero no para señalar la “invención” de la infancia sino, por el contrario, su posible desaparición. Es lo que sentencia, por ejemplo, el norteamericano Neil Postman, (The disappearance of childhood; 1982), refiriéndolo a la utilización masiva de medios electrónicos de comunicación como el telégrafo, primero, y la televisión, tiempo después, que habrían desplazado el lugar de la escritura y sus secretos en nuestras vidas. Son numerosas las tesis acerca del origen y de los factores responsables, tanto por el surgimiento como por la desaparición del sentimiento de infancia o directamente de la infancia, a veces calificada como moderna, a veces como simple infancia.

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